Nudos de Cereza de Ignacio Cid Hermoso


Hace un año leí El Osito Cochambre y acabé completamente fascinado, como si su autor, Ignacio Cid Hermoso, fuera un hermano siamés del que me habían separado nada más nacer. Y como el protagonista de Basket Case fui en su busca a través de las redes. Ignacio resultó ser una buena persona, de esas que te das cuenta de ello nada más intercambiar un par de mensajes. Tenía una novela esperando ser publicada, Nudos de Cereza, y yo, sin haberla leído pero confiando completamente en su talento y en que todo sucede por y para algo, le dije que se la enviara a Diego, mi editor en Punto en Boca, y al mismo tiempo, le dije a Diego que tenía que darle una oportunidad sí o sí. El resultado final de esta colaboración cósmica ha tardado en llegar, pero por fin Nudos de Cereza es una realidad y puedo hacer una reseña sintiéndome muy orgulloso de haber aportado algo, aunque fuera un simple "oye, léela, que este chico vale mucho".

En estos días he leído en varios blogs que Nudos de Cereza es una novela negra. Yo no estoy de acuerdo con esto. En mi opinión, es una novela generacional, del paso a la edad adulta. Es una novela sobre unos niños y en lo que se convirtieron treinta años después. Sobre el primer amor y la primera pérdida. A mí me dicen novela negra e imagino detectives privados, tiroteos y femme fatales. En Nudos de Cereza no hay nada de eso, pero quizás me podáis llevar la contraria porque, en esto sí que no hay lugar a dudas, la gran baza de esta novela es su capacidad para generar debate, para que los lectores hablen de ella, sobre lo que es y lo que no es, sobre qué personaje miente y cuál dice la verdad, sobre quién mató a la pobre Carolina Berenguer... Lo mejor que tiene esta historia es la virtud de permanecer viva tras su lectura, y eso es algo raro de encontrar, sobre todo hoy en día, que todo se desecha en cuanto se consume.

Como iba diciendo, la novela, desde mi punto de vista, desde mi lugar en el caleidoscopio, es sobre un grupo de niños. Cada uno de estos niños es independiente, reconocible y tiene una entidad y una voz propia. Forman una pandilla que pasa el tiempo a orillas de un río, esperando que el eterno verano acabe. ¡Cómo recuerdo yo esos veranos! La historia es evocadora, trae sabores, olores y sensaciones de aquellos años en los que íbamos por ahí vestidos con camisetas de Naranjito. Es un Verano Azul para adultos, un primo ibérico de El Cuerpo de Stephen King. El lenguaje de Ignacio Cid tiene su sello personal, que ya descubrí en su primera novela y tanto me gustó. Es un lenguaje recargado, retorcido, de persona que no pertenece a este siglo, ni siquiera al anterior, y al mismo tiempo, va hilvanando las palabras de forma que te hace sentirlas cercanas, convirtiendo la compleja voz del narrador en algo cálido y cercano en lugar de, que podría darse el caso, una voz fría y distante. El tiempo pasa de forma agradable, idílica y pausada, al igual que la novela, hasta que un fatal acontecimiento hace que se rompa la burbuja en la que estos chavales viven. Cuando se rompe esta burbuja, se rompe el ritmo de la historia: este se acelera y comienza una pesadilla en la que el protagonista, Marcos, se obsesiona por descubrir qué pasó en realidad y quién mató a la dulce Carolina.

Ignacio Cid nos sumerge en aguas cálidas y tranquilas para que estemos a gusto y nos creamos que todo lo que nos cuenta es verdad. A mí no me cuesta creerme nada de lo que dice, es un embaucador nato. Luego nos va enfriando poco a poco el agua, comenzamos a estar incómodos y tenemos que salir de ella para descubrir lo que nos espera fuera: la verdadera historia de Nudos de Cereza. ¡Y qué historia! Merece, como poco, una segunda lectura y muchas charlas con otros lectores para que cada uno cuente lo que cree que ha leído. Estoy seguro de que habrá tantas interpretaciones de la novela como personas. Ahora que caigo, algo parecido ocurrió en mi círculo de amigos cuando vimos Mulholland Drive... ¡Vaya! ¡Quizás no sea tanta casualidad que el twitter de Ignacio sea @lyncheano!

Como siempre, es imposible recomendar una novela para todo el mundo, no sería sincero (no te fíes cuando te digan que una novela gustará a todo el mundo). En este caso, creo que gustará a nostálgicos de los años ochenta y a los amantes de los rompecabezas, los misterios sin resolver y los debates literarios. A mí, personalmente, me tiene rumiando desde hace horas y creo que este verano, volveré a leerla, a regresar al río, al pueblo, a los secretos y las cerezas.

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