Mi experiencia con Odisea Editorial (4)

Esta era mi idea de una portada molona

El editor que por aquel entonces trabajaba en Odisea era único en su especie, una tipo entusiasta, valiente y un poco loco. Estaba hecho, sin lugar a dudas, de la pasta de la que tienen que estar hechos los editores. Al poco tiempo, además, se convirtió en un buen amigo con el que beber cerveza y compartir confidencias. Publicar Cerrado por Inventario no nos entusiasmaba especialmente a ninguno de los dos. En su mente había estado publicar mi primera historia desde el momento en el que la leyó.

En español no existe la diferencia entre "editor" y "publisher", al menos en significado. Si no me equivoco ambos términos los traducimos como "editor". Pero es necesario explicar lo que hace cada uno para entender la realidad editorial. El "editor" es la persona que trabaja codo con codo con el autor, lee, organiza la edición, supervisa la corrección y cada paso del proceso. Digamos que el libro es, en gran parte, también mérito suyo. El "publisher" es su jefe, por entenderlo de alguna forma, el dueño de la empresa. En algunos casos, personas que no han leído nada en años y a los que les da igual tener una editorial que una zapatería o un sexshop. Y digo en algunos casos, porque en otros, se involucran tanto como el editor y miman sus editoriales con devoción y cariño. En el caso de Odisea, el editor conocía mi obra como si fuera suya y tenía una ilusión inmensa en que el proyecto saliera hacia adelante, pero el "publisher" sólo había leído una breve sinopsis si acaso y no tenía el más mínimo interés en apoyarme.

Una mañana me llamó el editor y me preguntó qué me parecería si "colara" en la maquetación, junto a Cerrado por Inventario, la primera historia, la violenta, la "amarga". De ahí salió la idea de que fuera un díptico, una dulce y otra amarga, una comedia junto a una de terror. ¡A mí la idea me fascinó! ¿Pero qué pasaría si al jefe no le sentaba bien la maniobra? ¿Qué precio tendríamos que pagar?

La maquinaria se puso en marcha con más ganas que nunca y sorprendentemente, el libro apareció un mes antes de lo esperado en las librerías. De hecho, yo no sólo no sabía que iba a salir sino que ni había visto la portada. Seguía la línea habitual de las de Odisea, tenía en el diseño cierto toque que me gustaba (el fondo blanco, que parecía de una sala de aislamiento de un manicomio, y el trazado en verde, muy ciberpunk, aunque yo lo hubiera puesto en rojo...) pero nunca hubiera imaginado algo tan impersonal y que cuente tan poco de la realidad de la obra. No tardó la jugada del dulce y el amargo en pasarnos factura, sobre todo al editor. Durante el primer mes, se esforzó en promocionar la novela. Eso fue en Noviembre. Y en Enero, fue despedido siendo la publicación de mi novela, sin lugar a dudas, un factor decisivo para ello. Entendí entonces que mi libro estaba abocado al vacío absoluto dentro del catálogo de Odisea. Pero la realidad fue otra, y la mismísima Paris Hilton acabó posando con él y yo, siendo entrevistado en la revista Zero. Pero eso lo contaré en la próxima ocasión, claro está.

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