La historia de Amparo


Amparo me estaba esperando en la puerta de mi trabajo porque le habían dicho que soy escritor. Ella también es escritora, ya lleva siete libretas, a mano, en las que cuenta su vida. Y es que ha vivido mucho, porque aunque le dice a sus amigas que tiene sesenta y cinco años, no es del todo cierto, quizás tenga dos o tres más, no se sabe. Cada hecho de su vida es una anécdota. Incluso tiene una historia sobre la primera vez que subió a la torre Eiffel, porque Amparo estuvo viviendo en Francia y cosió para grandes marcas. Entre sus recuerdos también los hay tristes, porque la vida puede hacerte una jugarreta cuando menos te lo esperes para que experimentes el dolor y la pérdida y así hacerte más fuerte. Amparo nunca ha dejado de cantar, incluso ha cantado en la radio. Sus siete libretas no cuentan solo su vida, también la de sus muchos hermanos, amigos y familiares. La de su padre, al que veían llegar en barco desde la ventana, y la de su madre, que era una de esas madres que se merecen un monumento. Las libretas de Amparo cuentan, además, la historia de una ciudad, de una época y un país encorsetado en una dictadura. Pero a ella nadie la ataba. Como bien dice, ella decidió su propio destino. Fue moderna e inquieta, de hecho le decían "la gamba", porque siempre estaba de aquí para allá (imagino que por aquel entonces, las gambas tenían fama de moverse mucho, no sé...), y lo sigue siendo, porque hay que ser absolutamente moderna, valiente y amante de las letras para plantarse allí y decirme que quiere que le pase a ordenador su vida. Que quiere publicarla y entonces, abrazada al libro, ya se podrá morir en paz. Le dije que yo se lo paso, pero que no se muera. Y así es como hemos comenzado un proyecto, que de bonito que es, en ocasiones casi me hace llorar. 

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